Los misterios del sueño

Venia esta mañana pensando en como poder controlar esos sueños que nos agobian noche tras noche y más que nada como olvidar cosas que solo perturban nuestro nuevo día, esos sueños que nos desequilibran y se vuelven en todo menos en placenteros.

Decidí investigar sobre algunos elementos del sueño y en la pagina de los Testigos de Jehova encontré este gran artículo explicativo, ojalá les sirva como a mi.

Los misterios del sueño

Todavía se desconoce el mecanismo preciso mediante el que se pierde la conciencia y se inicia el sueño. Lo que sí ha comprobado la ciencia es que el sueño es un complejo proceso regulado por el cerebro y que obedece a un reloj biológico con un ciclo de veinticuatro horas.

La producción de la hormona del crecimiento alcanza el nivel más alto durante el sueño

Al ir pasando los años, los patrones de sueño cambian. Los recién nacidos duermen períodos cortos pero frecuentes que llegan a sumar dieciocho horas al día. Según los especialistas del sueño, mientras que algunos adultos parecen tener suficiente con tres horas de descanso diarias, otros necesitan dormir hasta diez horas.

Ciertas investigaciones recientes también han demostrado que las variaciones de nuestro reloj biológico aclaran por qué a algunos adolescentes les cuesta tanto levantarse por la mañana. Al parecer, el reloj biológico se adelanta durante la pubertad, razón por la cual muchos jóvenes quieren acostarse más tarde y levantarse también más tarde. Este atraso en el patrón de sueño es común y tiende a desaparecer a partir de los 16 años.

A nuestro reloj biológico lo regulan ciertas sustancias químicas, muchas de las cuales ya se han identificado. Una de ellas es la melatonina, hormona que el cerebro produce y que, según se cree, induce al sueño. Algunos científicos opinan que es la causante de la desaceleración del metabolismo que tiene lugar antes de dormirnos. Cuando se libera melatonina, disminuyen tanto la temperatura corporal como el riego sanguíneo del cerebro, y los músculos pierden poco a poco su tonicidad y se vuelven flácidos. ¿Qué sucede a medida que descendemos al misterioso mundo del sueño?

“Principal nutridor” de la naturaleza

Como a las dos horas de habernos dormido, nuestros ojos comienzan a moverse rápidamente de un lado a otro. Este fenómeno llevó a los científicos a dividir el sueño en dos estados básicos: el sueño paradójico, o de movimientos oculares rápidos (MOR, más conocido por sus siglas en inglés, REM), y el sueño NREM (sin movimientos oculares rápidos). El estado NREM puede subdividirse en cuatro fases, en las que el sueño es cada vez más profundo. En una noche de descanso, el sueño REM tiene lugar varias veces, alternándose con el sueño NREM.

LAS FASES DEL SUEÑO

Fases del sueño

Horas de sueño

Gráfico simplificado



Los sueños suelen aparecer en la fase REM, cuando el cuerpo también alcanza el máximo nivel de relajación muscular, lo que nos hace despertar con la sensación de haber descansado. Además, algunos investigadores creen que durante este período, la información recién adquirida se consolida en nuestra memoria a largo plazo.

Durante el sueño profundo (fases 3 y 4 del sueño NREM), la tensión arterial y la frecuencia cardíaca descienden al nivel más bajo, lo que además de permitir que el sistema circulatorio descanse, previene contra las afecciones cardiovasculares. En cambio, la producción de la hormona del crecimiento alcanza su nivel más alto. De hecho, algunos adolescentes producen una cantidad cincuenta veces mayor de esta hormona por la noche que por el día.

El sueño también parece repercutir en el apetito. Los científicos han descubierto que el sueño es, en palabras de Shakespeare, el “principal nutridor en el festín de la vida”. Nuestro cerebro interpreta la falta de sueño como falta de alimento. Al dormir, el organismo segrega leptina, la hormona que normalmente comunica al cuerpo que hemos comido lo suficiente. Cuando nos quedamos despiertos más tiempo del debido, nuestro cuerpo produce menos leptina y por tanto siente la necesidad de ingerir cada vez más carbohidratos. De modo que privarse de dormir puede hacer que se consuman más carbohidratos, lo que a su vez contribuye a la obesidad (véase el recuadro “La siesta”).

LA SIESTA

¿Ha sentido alguna vez un sopor incontrolable después de comer? Tal sensación no siempre es un indicio de que le falten horas de sueño. Es normal sentirse algo somnoliento a primeras horas de la tarde, cuando la temperatura corporal desciende. Los científicos han descubierto recientemente una proteína producida en el cerebro —la hipocretina (también llamada orexina)— que nos ayuda a permanecer despiertos. Ahora bien, ¿qué relación hay entre la hipocretina y el que hayamos ingerido alimentos?

Pues bien, cuando comemos, el organismo libera leptina, una hormona que nos avisa de que estamos saciados. Pero esta inhibe la producción de hipocretina. En otras palabras, cuanta más leptina hay en el cerebro, menor es la secreción de hipocretina y, por tanto, mayor es la sensación de somnolencia. Tal vez este sea el motivo por el que en muchos países la gente acostumbra a echarse la siesta, haciendo una pausa en la jornada laboral para dormir un poco después de comer.

Esencial para la salud

Pero eso no es todo. El sueño facilita a nuestro cuerpo la tarea de metabolizar los radicales libres, moléculas que, según se cree, repercuten en el envejecimiento celular e incluso causan cáncer. En un reciente estudio, la Universidad de Chicago seleccionó a once jóvenes sanos y solo les permitió dormir un máximo de cuatro horas diarias durante seis días. Al finalizar este plazo, el rendimiento de sus células era semejante al de personas de 60 años, y su nivel de insulina, comparable al de un diabético. La carencia de sueño también limita la producción de leucocitos y de una hormona llamada cortisol, lo que hace a la persona más propensa a infecciones y a enfermedades cardiovasculares.

Está claro que dormir es esencial para la salud física y mental. El investigador William Dement, fundador del primer centro de estudio del sueño, ubicado en la Universidad de Stanford (EE.UU.), opina que “el sueño parece ser el mejor indicador del tiempo que vivirá una persona”. Y Deborah Suchecki, investigadora de un centro de estudio del sueño con sede en São Paulo (Brasil), comenta: “Si la gente supiera lo que le ocurre a un organismo privado de sueño, se lo pensaría bien antes de afirmar que dormir es una pérdida de tiempo o que es cosa de holgazanes” (véase el recuadro “Consecuencias de no dormir lo suficiente”).

watchtower.org

http://www.watchtower.org/s/20030322/article_01.htm#effects

De ahí a que cuando cerramos los ojos perdemos el conocimiento de lo que nos rodea.



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